Juventud y cooperativismo: una afinidad natural en el siglo XXI

Cómo las nuevas generaciones pueden encontrar en la cooperación y la solidaridad las respuestas que buscan

En pleno siglo XXI, los jóvenes buscan algo más que empleo o éxito individual: anhelan propósito, comunidad y coherencia entre lo que piensan, sienten y hacen.

En ese contexto, el cooperativismo y la Economía Social y Solidaria reaparecen como caminos naturales para canalizar su energía transformadora.

Este artículo analiza cómo las nuevas generaciones, inmersas en la cultura digital y la sostenibilidad, comparten de forma instintiva los valores cooperativos de solidaridad, democracia y equidad.

Su afinidad con el espíritu cooperativo no solo renueva la esperanza del movimiento, sino que abre una oportunidad histórica para reinventarlo desde su esencia.

Un reencuentro generacional con la cooperación

En las últimas décadas, el cooperativismo y la Economía Social y Solidaria (ESS) han experimentado un proceso de renovación conceptual y práctica. Aunque surgieron hace más de un siglo como alternativas frente a la explotación y la desigualdad, hoy se descubren nuevamente vigentes y necesarios en un contexto global caracterizado por la incertidumbre, la automatización, el desempleo juvenil y la crisis ambiental.

Paradójicamente, son las nuevas generaciones —millennials, centennials y las que comienzan a formarse bajo la lógica digital y colaborativa— quienes parecen reconectarse de forma natural con los valores cooperativos: la solidaridad, la ayuda mutua, la equidad y la sostenibilidad. No es casualidad: los jóvenes de hoy han crecido en entornos donde la colaboración en red, la participación horizontal y la búsqueda de sentido son rasgos distintivos de su cultura y sus aspiraciones.

Esta afinidad, documentada por organismos internacionales como la OIT, la ACI y la ONU, plantea una oportunidad estratégica: el cooperativismo no necesita “convencer” a los jóvenes, sino revelarse ante ellos como el modelo que encarna aquello que ya creen y buscan.

 

1. La evolución de los valores juveniles en el siglo XXI

Numerosos estudios sociológicos coinciden en que las generaciones nacidas a partir de los años ochenta manifiestan una transformación profunda en su sistema de valores. Frente a la lógica de acumulación y competencia de la era industrial, los jóvenes priorizan aspectos como:

  • La sostenibilidad ambiental.

  • La equidad de género y la inclusión social.

  • La participación y la transparencia.

  • El propósito personal y colectivo.

El informe Trends Shaping Education (OCDE, 2022) señala que la juventud global busca “organizaciones coherentes con sus ideales y con estructuras que les permitan influir en las decisiones.” Esta búsqueda de coherencia entre valores y acción es una de las razones por las que el cooperativismo resulta atractivo, pues ofrece un modelo económico basado en la participación democrática y el bien común.

De acuerdo con la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), en su estudio Cooperatives and Youth: Empowering the Next Generation (2018), los jóvenes perciben a las cooperativas como espacios de innovación social, emprendimiento colectivo y justicia económica, donde pueden participar sin renunciar a sus principios éticos ni a su autonomía.

 

2. Cooperativas y empleo juvenil: una alternativa con sentido

El desempleo juvenil es una de las problemáticas más graves del mundo actual. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 40 % de los jóvenes en algunos países en desarrollo carecen de empleo formal o están subempleados. Ante esa realidad, las cooperativas surgen como espacios de generación de empleo decente y autogestionado.

El informe de la OIT Promoting Youth Employment through Cooperatives (2019) concluye que las cooperativas ofrecen tres ventajas principales para las nuevas generaciones:

  • Democracia económica: permiten que los jóvenes participen activamente en la gestión y las decisiones.

  • Emprendimiento colectivo: reducen el riesgo individual y promueven la corresponsabilidad.

  • Sostenibilidad y propósito: articulan objetivos económicos con fines sociales y ambientales.

Las experiencias en África, América Latina y Europa confirman esta tendencia. En Italia, por ejemplo, las cooperativas sociales de inserción laboral han permitido a miles de jóvenes acceder a su primer empleo con autonomía y formación. En América Latina, cooperativas agrícolas, tecnológicas y culturales impulsadas por jóvenes están transformando territorios rurales mediante la innovación y la solidaridad.

En síntesis, las cooperativas no son una alternativa marginal, sino una vía moderna y realista de inclusión económica en un contexto donde los modelos tradicionales ya no garantizan estabilidad ni sentido.

 

3. La cultura digital y la economía colaborativa: un puente natural

Uno de los factores más relevantes en la afinidad entre juventud y cooperativismo es la cultura digital colaborativa. Los jóvenes han crecido en un entorno donde compartir información, co-crear contenido y participar en comunidades virtuales es cotidiano. Plataformas como Wikipedia, GitHub o incluso las redes sociales han formado generaciones habituadas a la cooperación horizontal, el trabajo en red y la co-responsabilidad.

El sociólogo Manuel Castells, en La era de la información (2009), explica que la sociedad en red promueve formas de organización basadas en la interconexión y la colaboración, sustituyendo jerarquías por nodos interactivos. Esta misma lógica inspira a las nuevas cooperativas de plataforma, donde jóvenes desarrolladores y emprendedores comparten propiedad y gestión digital.

De igual modo, Jeremy Rifkin en La sociedad del coste marginal cero (2014) describe la transición hacia una “economía colaborativa” en la que el acceso y la cooperación sustituyen la propiedad individual. Estas tendencias refuerzan el vínculo conceptual entre la mentalidad digital de los jóvenes y los principios cooperativos clásicos: ayuda mutua, responsabilidad compartida y participación democrática.

 

4. Sensibilidad ecológica y justicia social: el nuevo motor juvenil

Las generaciones actuales crecieron en medio de crisis ambientales y desigualdades cada vez más evidentes. No es de extrañar que su compromiso con la sostenibilidad y la justicia global sea más fuerte que en cualquier época anterior.

El estudio del Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), Social and Solidarity Economy and the Challenge of Sustainable Development (2018), demuestra que las iniciativas de la ESS —incluidas las cooperativas juveniles— están siendo adoptadas por jóvenes emprendedores como instrumentos concretos para responder al cambio climático, promover la equidad de género y fortalecer las economías locales.

Las cooperativas energéticas, de consumo responsable, de reciclaje, de movilidad sostenible o de finanzas éticas se multiplican en todo el mundo impulsadas por jóvenes que no esperan soluciones desde arriba, sino que construyen desde lo local alternativas viables y coherentes.

En este sentido, el cooperativismo no solo ofrece empleo, sino una causa compartida: la posibilidad de participar en la transformación del mundo con base en principios éticos y sostenibles.

 

5. Fundamentos sociológicos: del individualismo a la comunidad consciente

La afinidad entre jóvenes y cooperativas tiene también una explicación sociológica. Tras décadas dominadas por el consumismo y la competencia, las nuevas generaciones manifiestan una fatiga del individualismo. La búsqueda de sentido, pertenencia y comunidad reaparece como una necesidad vital.

El sociólogo Zygmunt Bauman, en Modernidad líquida (2000), advierte que la incertidumbre contemporánea ha disuelto los vínculos sólidos y la confianza institucional. En respuesta, los jóvenes buscan formas flexibles pero significativas de comunidad, donde puedan participar y sentirse parte de algo trascendente. Las cooperativas, con su estructura democrática y su énfasis en la solidaridad, ofrecen ese espacio de pertenencia activa y consciente.

No se trata de nostalgia por lo colectivo, sino de una reinvención de la comunidad adaptada a los tiempos modernos: menos ideológica, más práctica y emocional. En ese sentido, el cooperativismo no compite con las tendencias actuales, sino que las canaliza y las ordena hacia un proyecto económico y humano coherente.

 

6. Desconocimiento: el principal obstáculo

Pese a esta afinidad natural, las estadísticas muestran que la mayoría de los jóvenes desconocen la naturaleza y el alcance del modelo cooperativo.

No lo rechazan: simplemente no lo asocian con la innovación, la modernidad o el emprendimiento.

La OIT y la ACI coinciden en que el reto no es la falta de interés juvenil, sino la falta de visibilidad del cooperativismo en los programas educativos, en los medios y en las políticas públicas. Muchos jóvenes participan en proyectos solidarios, colectivos o de economía colaborativa sin saber que están aplicando principios cooperativos en la práctica.

Esto plantea un desafío crucial para el movimiento cooperativo: comunicar mejor su identidad, renovar su lenguaje y conectar con las aspiraciones culturales de las nuevas generaciones. La educación cooperativa debe actualizarse, integrando narrativas de innovación, sostenibilidad y propósito, en lugar de limitarse a marcos teóricos o históricos.

 

7. Juventud y liderazgo cooperativo: un cambio de paradigma

Las cooperativas que han incorporado a jóvenes en sus órganos de decisión reportan mayor dinamismo, creatividad e innovación. Los jóvenes aportan nuevas formas de gestión basadas en la tecnología, la comunicación digital y la sensibilidad social.

Algunos ejemplos notables incluyen:

  • Cooperativas tecnológicas impulsadas por programadores jóvenes que crean plataformas de servicios digitales bajo propiedad colectiva.

  • Cooperativas culturales y artísticas donde jóvenes gestionan espacios creativos autogestionados.

  • Cooperativas de consumo consciente y energía renovable, lideradas por jóvenes comprometidos con la transición ecológica.

Estos casos confirman que la juventud no solo es receptora, sino protagonista de la nueva etapa del cooperativismo, en la que la solidaridad se combina con la innovación y la gestión profesional.

 

8. Una oportunidad histórica para el movimiento cooperativo

El mundo actual exige soluciones colectivas a problemas globales. Las cooperativas ofrecen estructuras listas para ello, pero necesitan abrirse a la participación juvenil, no solo como estrategia de renovación, sino como condición de supervivencia y relevancia.

Los jóvenes no buscan ser dirigidos, sino involucrarse, decidir y crear. Si las cooperativas logran ser espacios de expresión, innovación y sentido, encontrarán en las nuevas generaciones su fuerza regeneradora.

La afinidad natural que existe entre la mentalidad juvenil y la filosofía cooperativa puede traducirse en una alianza estratégica capaz de transformar la economía, el trabajo y la convivencia social.

 

Conclusión: la cooperación como lenguaje generacional

El cooperativismo nació como una respuesta ética y solidaria frente a la injusticia. Hoy, en un mundo saturado de información y carente de certezas, las nuevas generaciones redescubren esa misma esencia bajo nuevos nombres: colaboración, comunidad, propósito, sostenibilidad.

Lo que para Rochdale era supervivencia, para los jóvenes del siglo XXI es esperanza activa y participación consciente.

La cooperación ya no es un ideal del pasado, sino el idioma natural de una generación que busca construir el futuro sin dejar a nadie atrás.

La tarea del movimiento cooperativo es, por tanto, reconocer esa afinidad, hablar su lenguaje y ofrecer caminos concretos para que los jóvenes conviertan su energía, su creatividad y su sentido de propósito en proyectos colectivos sostenibles.

El futuro del cooperativismo dependerá, en gran medida, de su capacidad para entender que la juventud no es un público a convencer, sino un aliado a liberar.

 

Preguntas para la reflexión cooperativa:

¿Estamos los cooperativistas realmente preparados para abrir nuestras puertas, nuestras estructuras y nuestras mentes, para que las nuevas generaciones no solo se sumen al movimiento, sino lo reinventen con su energía, sus valores y su visión del mundo?

¿Seremos capaces, como generación cooperativa, de transmitir a los jóvenes no solo nuestras estructuras y experiencias, sino también el fuego interior que dio origen a este movimiento: la convicción profunda de que cooperar es la forma más humana de transformar el mundo?

 

Referencias

  • Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Cooperatives and Youth: Empowering the Next Generation. Bruselas, 2018.

  • Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

  • Castells, Manuel. La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Siglo XXI, Madrid, 2009.

  • Organización Internacional del Trabajo (OIT). Promoting Youth Employment through Cooperatives. Ginebra, 2019.

  • Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Trends Shaping Education 2022. París, 2022.

  • Rifkin, Jeremy. La sociedad del coste marginal cero. Paidós, Barcelona, 2014.

  • United Nations Research Institute for Social Development (UNRISD). Social and Solidarity Economy and the Challenge of Sustainable Development. Ginebra, 2018.

  • European Commission. Youth and the Future of Work. Bruselas, 2020.

 

 

🖋️ Este artículo forma parte de la colección original Fortalecer la IDENTIDAD Cooperativa | Conciencia y Acción desarrollada por Ramón Imperial Zúñiga para 5to-Principio.

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Los jóvenes del siglo XXI tienen tendencia natural a la cooperación

Autor del Artículo:

Ramón Imperial Zúñiga

Socio fundador de la Academia Online 5to-Principio y la Cooperativa PINOS, Consultor en Cooperativismo y ESS especialista en Estrategia y Gobernanza, Reconocido escritor con 40 años de experiencia internacional en liderazgo cooperativo.

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